El problema con las consultas populares, es que se está haciendo costumbre consultar al pueblo y luego no acatar los resultados. Prueba de ello, son las consultas de Yasuní, Chocó Andino, Cuenca, Girón. A estas se suman la prohibición de candidatos con paraísos fiscales, prohibición de minería metálica en áreas protegidas, intangibles y centros urbanos.
Las únicas preguntas con las que se ha cumplido son aquellas que se ajustan a los intereses del gobierno de turno. Ejemplo Consejo Transitorio de Participación Ciudadana, cuyos efectos seguimos arrastrando hasta la actualidad.
En otros casos la consulta popular solo se usa como termómetro para medir la popularidad del mandatario.
Dato no menor, es que se invierte aprox. 60 millones de dólares para cada consulta.
Lo que necesitamos es un mandatario que quiera gobernar, que esté presente, que sea responsable y humano, y deje de usar el odio y el revanchismo como mecanismos de gobernanza.