Primero nos vendieron la ley del "solo sí es sí " como la revolución jurídica del siglo. A mí la idea me pareció buena, que parezco nueva. Sobre todo conociendo al escuadrón podemero: era evidente que eso acabaría en desastre. Donde hacían falta técnica y rigor, pusieron épica y grito, mucho grito.
El resultado fue glorioso: más de mil agresores con penas reducidas y un buen número en la calle.
La ley que debía proteger a las mujeres acabó firmando permisos de salida para sus violadores. Una obra maestra del feminismo institucional.
Cuando el ridículo se volvió imposible de tapar, tenían dos opciones:
-asumir que la cagaron
-convertir la cagada en doctrina.
Eligieron, evidentemente, la segunda.
La especialidad de la casa ha sido, es y será siempre convertir el bochorno en ideología.
Así nació el feminismo antipunitivista, también conocido como "la cárcel es facha".
El nuevo dogma lo deja claro: castigar mucho a un agresor es "más violencia", el feminismo debe huir del punitivismo y las penas altas "aíslan a las víctimas".
Lo voy a volver a poner otra vez para que no pase desapercibido en este mi tuit: las penas altas "aíslan a las víctimas".
Es el milagro del progresismo místico: el violador ya no es el problema; el problema es la cárcel, y, si nos descuidamos, la víctima.
Como la ley salió mal, había que fingir que la intención era filosófica.
No fue una chapuza, faltaría más; era una revolución de conciencia que el pueblo llano no supo entender. Pobres de nosotros, sin el nivel suficiente para captar tanta lucidez ministerial.
Según esta nueva iluminación, castigar al violador no repara ni protege, y además te convierte en una mala persona.
Lo verdaderamente feminista, dicen, es abrazar la empatía y confiar en la reinserción: una mezcla de coaching penal y espiritualidad de bajo impacto.
Nada más feminista y bonito que explicarle a una mujer violada que pedir justicia la vuelve cómplice del patriarcado.
El feminismo antipunitivista es la sublimación del ridículo más espantoso: convierte un error jurídico en elevación moral, un fracaso en dogma y el abandono de las víctimas en reflexión colectiva.
No arregla absolutamente nada, pero suena precioso en un mitin, con micrófono en mano, voz melosa y ese tono lento y pedagógico reservado para públicos de CI discreto. Hay que adaptarse al ritmo: no todos pueden seguir el vuelo de las visionarias.
Yo debo de ser ultra facha, porque que un violador esté en la cárcel no me parece violencia: me parece exactamente lo que tiene que pasar. Me da paz, y bastante más sentido de justicia que todas sus letanías sobre la reparación simbólica.
Y si alguna de estas necesita una tesis para entenderlo, quizá debería probar con el yoga o los bonsáis y alejarse definitivamente de todo lo relativo a las mujeres. O a la gente, en general.
Porque si castigar un crimen es “violencia institucional”, entonces la justicia entera es fascista y el Código Penal, literatura opresiva. Excepto si se usa para denunciarte a ti por decir que un hombre no se convierte en mujer porque se pone peluca y dos kilos de maquillaje en la cara. Entonces sí.
Y si aún crees que violar está mal y que debería tener consecuencias, que sepas que eres una antigua. Y una facha.
Y nazi.
Friso cronológico del desastre:
- hacemos la ley
- nos dicen que nos equivocamos en algo
- desmentimos que haya error: los fachas nos atacan
- nos dicen que está habiendo rebajas de penas
- desmentimos las rebajas: los fachas mienten
- es evidente y constatable que hay rebajas de penas
- admitimos las rebajas, pero porque los jueces son fachas
- jaja finalmente, la ley es perfecta tal cual, porque en realidad lo que queríamos era no castigar demasiado a los violadores, que eso es facha.
En realidad, en el borrador del proyecto de ley disponible en el periodo de alegaciones, se mencionaba expresamente la filosofía antipunitivista en el preámbulo.
Desde la Alianza contra el Borrado de las Mujeres, incluí esto en nuestras alegaciones dirigidas al ministerio, explicando que ese concepto parecía implicar que los violadores no merecen castigo penal sino solo medidas educativas, que parecían sugerir que las penas eran excesivas.
Quitaron el concepto del preámbulo, pero continuaron adelante con la reducción de las penas. Yo no alegué sobre la modificación de las penas en sí (no soy penalista) pero fui la primera en denunciar la filosofía “antipunitivista” de fondo, que me pareció muy peligrosa.
Nov 4, 2025 · 7:38 PM UTC





