Ah, claro… fascistas somos los demás, porque no pensamos como ustedes. Qué curioso: todo lo que contradice su ideología mágica se convierte automáticamente en “fascismo”. ¡Vaya forma tan democrática de pensar!
Y luego vienes tú, con toda la autoridad moral del mundo esa que te otorgas tú solo, a dar lecciones. Las protestas, querido, no nacen de la nada: son fruto del mismísimo Sánchez, ese artista del poder capaz de pactar hasta con su sombra si eso le garantiza seguir sentado en la Moncloa. Si pudiera vender su alma al diablo, ya estaría firmando el contrato en notaría… aunque sospecho que ese trato se cerró hace tiempo.
Sus actuaciones y respuestas en el banquillo de los acusados merecen estudio… pero no jurídico, sino psiquiátrico. Cínico, manipulador y peligrosamente convencido de su propia genialidad: un cóctel digno de manual clínico.
Y te lo digo con cariño: si después de todo esto no abres los ojos, no hay reencarnación que te salve. Lo tuyo ya viene de fábrica.