La vicepresidente tercera y ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, ha hecho unas declaraciones que no solo son irresponsables, sino peligrosas para el debate público. Cuando un cargo público tan relevante siembra dudas sobre la seguridad nuclear sin fundamento técnico, queda automáticamente desacreditado para el cargo.
El Senado aprobó dentro de la Ley de Movilidad Sostenible unas enmiendas promovidas por el PP que eliminan la coletilla de «última autorización de explotación» para las centrales nucleares de Almaraz, Ascó I y Cofrentes. En la práctica, estas centrales no quedarían obligadas por ley a cerrar en las fechas fijadas, y sus propietarios podrán solicitar una nueva renovación, como sucede en países con una política energética seria. El jueves estas enmiendas se votarán en el Congreso de los Diputados.
Aagesen ha reaccionado diciendo que es «extremadamente atrevido» y que el PP ha tocado «algo que es sagrado y que viene de 1964». También ha afirmado que la enmienda «amplía automáticamente, sin tener criterio técnico de seguridad nuclear y radiológica».
Conviene aclarar tres cosas:
1️⃣ Lo que «viene de 1964» es la Ley de Energía Nuclear, y se seguirá cumpliendo. Nada de lo aprobado deroga ni modifica la obligación de cumplir los requisitos técnicos y de seguridad establecidos desde entonces.
2️⃣ Para solicitar una renovación de licencia de explotación de una central nuclear no basta con un WhatsApp. Cada central debe superar una Revisión Periódica de Seguridad (RPS) que revisa a fondo instalaciones, sistemas, envejecimiento, cultura de seguridad, planes de emergencia y gestión de los residuos radiactivos. Todo ello auditado por el Consejo de Seguridad Nuclear, exactamente igual que en cada renovación pasada.
3️⃣ Por tanto, no existe ninguna «ampliación automática» como dice la ministra ni se elimina el criterio técnico. El CSN mantiene intacto su papel como garante independiente de la seguridad nuclear.
El debate energético necesita seriedad y estas declaraciones de la ministra para sembrar miedo y conseguir sus objetivos (sean lícitos o miserables) son falaces, irresponsables e indignas de una ministra de de un Gobierno democrático.
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