En la ciénaga endogámica de la clase política y sus tentáculos, donde vividores de toda laya succionan la teta del Estado hasta dejarla seca, pocos exhiben tanto cinismo como Pepe Álvarez. Dentro del zoológico de ventajistas adheridos al poder, el señor Álvarez, secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato que nació en Barcelona en 1888, junto al PSOE, para defender al obrero, se ha convertido en el mejor defensor de los intereses de Pedro Sánchez. Y no es que falte fauna para escoger. ¡Qué tiempos aquellos, cuando la lucha obrera olía a carbón y no a marisco y toallita de limón!
UGT es el sindicato de la subvención. Y Álvarez, el mandamás desde 2016, un burócrata profesional de 70 años que lleva medio siglo –¡cincuenta años!– pegado al pesebre sindical. Afiliado a UGT a los 19 y de ahí, a vivir del cuento de la lucha de clases, sin haber experimentado jamás lo que es el vértigo de no llegar a fin de mes. Y es que, hace apenas unos días, este ricachón vividor, tuvo la brillantez de soltar una perla que ya es historia de la infamia: llamó «privilegiados» a los autónomos, porque dice que «ganan mucho dinero», defendiendo la barbarie de subirles las cuotas a la Seguridad Social.
¿Hay algo más hiriente, más obsceno, que un señor que lleva décadas con un sueldo garantizado –financiado en parte por las arcas del Estado que esquilma–, que posee siete propiedades inmobiliarias, incluyendo un ático dúplex en el exclusivo barrio de Gracia de Barcelona (no declarado, por cierto, en el Portal de Transparencia de su sindicato), señalando con el dedo a quienes se parten el lomo para levantar la persiana?
El cinismo no es ya un arte, es una enfermedad profesional en la España sanchista. El tipo que nunca ha adelantado el IVA por una factura que tardará meses en cobrar, que no sabe lo que es no tener vacaciones pagadas o no tener derecho a paro (como les sucede a los trabajadores por cuenta propia), se permite atacar a 3,5 millones de autónomos. Detrás de sus palabras, estaba la propuesta del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones de Elma Saiz: un atraco a mano armada. Quería meter la mano en el bolsillo del autónomo hasta dejarlo tiritando, con subidas que en el tramo más alto escalaban de 796 en 2026 a 1209 euros en 2028. Y aún más sangrante, quería desplumar al autónomo más humilde, el que no llega a 700 euros al mes, obligándolo a ingresar 252 euros mensuales en las arcas estatales para 2028. Una salvajada. Por fortuna, la ley se frenó, ya que hasta Sumar se desmarcó, y Junts, ERC, PP y Vox se opusieron rotundamente. Aunque estoy seguro de que el Gobierno volverá a intentarlo. Y Álvarez, inmutable en su torre de langostino, la defendió como «justa y sostenible». ¡Claro que es sostenible para tu bolsillo, Pepe, si la pagan otros!
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