Viejas fotos, cuando aun no teníamos la culpa de nada y no dolían las ausencias y las ventanas eran enormes y los veranos eternos. Con las rodillas desolladas, buscábamos formas en las nubes y la abuela preparaba el arroz y la casa era una fiesta y el futuro un ojalá.
Las cámaras se fueron y el noticiero tiene mejores noticias con las que abrir la mañana. Les siguen asesinando sistemáticamente, matando de hambre, el genocidio continúa en silencio. No se olviden de Palestina, no se olviden de Gaza. La paz fue solo un simulacro.
📺 TV en DIRECTO | Mazón: "Espero que cuando baje un poco el ruido la sociedad pueda distinguir entre un hombre que se ha equivocado y una mala persona. Ha sido un honor servir a mi tierra" tinyurl.com/yasydx7z
Acompaña a madre al cementerio. Luto y flores frescas, con la tristeza heredada, con la niebla de otros tiempos metida en los huesos. Recorre la geografía del nombre esculpido que le aguarda en silencio. Lustra y recoloca por el qué dirán, se permite una lágrima y se marchan.
Cuando me chocan en plan "qué pasa, bro!" se me queda cara de "qué haces?", si me aprietan mucho pongo cara de "estás tonto?". Yo dejo una mano lánguida que retiro rápido. 43 palos y no sé dar la mano.
Algún día tus hijos verán viejos vídeos en los que su padre aplaudía a un tal Mazón. Solo porque era de su partido, solo porque le dijeron que era lo que había que hacer y, en ese preciso instante, tus hijos sabrán que su padre era un mierda.
Decisiones que no llegamos a tomar, cosas que nunca dijimos, caminos que descartamos. De lo cóncavo, lo convexo, de las miles de personas que pudimos haber sido. A la deriva, arrastrados por esa colección de ausencias que, a pesar de todo, nos han traído hasta aquí.
Pasaron años, ciudades, rostros. Retratos en sepia de lugares que nunca sintió como suyos. A los pocos meses, se ahogaba, buscaba una salida. Abril amaneció con una idea luminosa en la cabeza, nunca podría huir de si misma. Deshizo el equipaje y se tumbó a escuchar la lluvia.
Cuando los focos miren hacia otro lado y la memoria colectiva, cegada por el penúltimo viral, empiece a flaquear, que nadie olvide lo que hizo Israel. Malditos sean siempre, ellos y los que los sostienen.
De la grima, lo cringe, la náusea. Corran presurosos a vitorear a una cabra. Oraciones sin eco para vírgenes de madera. Tricornios y telarañas, festivo de patriotas que odian su patria sin saberlo. Imperios de la imaginación y el genocidio, rojigualdas redentoras. Pasen y vean.
Y cuando ya no quedó nadie a quien aniquilar, cuando solo quedó silencio clamando entre las ruinas, en ese preciso instante en el que el exterminio concluyó, los perros de la guerra lo llamaron paz.