"Ayuna intermitentemente, duerme 8 horas, ejercita tu cuerpo con fuerza y resistencia, toma jugos verdes en la mañana y rojos al mediodía, bebe agua isotónica y evita las bebidas heladas. Alimentación natural, oración constante y gratitud a Dios.
Aparta las harinas, lácteos, azúcares y carbohidratos refinados: con ello tu longevidad se fortalece.
Pero recuerda algo: solo Dios decide cuándo dejas este plano. Nadie tiene la vida comprada.
Haz las cosas bien: respeta a tu prójimo, ama a los animales y disfruta de la naturaleza, pues fue creada para el deleite del hombre.
Y contrario a lo que te dicen, no te llenes de muchos libros, pues es fatiga de la carne y puede hacerte vanidoso delante de la gente. Mejor obedece a Dios y cumple Sus mandamientos, porque eso es todo en el hombre.
Honra a tus padres. Y todo lo que hagas, que sea en beneficio de tu prójimo. No te guíes por tu propia prudencia; cuando tengas dudas, obedece a Dios y apártate del mal. Esto será medicina para tu cuerpo, así lo dice Su Palabra.
Disfruta de la vida: come y bebe con prudencia, alégrate por el don de existir, ve siempre el lado bueno de las cosas. ¿Los problemas y preocupaciones? Déjaselos a Dios.
No busques agradar a todos, nunca lo lograrás —pregúntale a Jesús. Mejor, agrádate a ti mismo: ámate, quiérete, vístete bien y cuida tu presencia.
Finalmente, ten presente: la verdadera batalla no es contra los políticos ni contra lo que ocurre en el mundo. La verdadera lucha está dentro de ti, contra tus demonios internos, tus pasiones y pensamientos obsesivos.
Pues quien vence a sí mismo es realmente poderoso".
Ricardo.