Ahí nomás!!!!
Hace unos años salí con un hombre divorciado. Él tenía 38, yo 32. Desde el principio me dijo que tenía una hija de nueve años que vivía con su madre. Me pareció un hombre responsable, y lo respeté. Yo nunca quise tener hijos, pero no me molestaba que él tuviera una historia antes de conocerme.
Durante los primeros meses todo fue bien. Veía a su hija los fines de semana, la llevaba al parque o al cine. A veces iba con ellos, a veces prefería mantenerme al margen. No quería confundir a la niña ni ocupar un lugar que no me correspondía.
Con el tiempo, empezó a traerla a mi apartamento. Al principio eran solo unas horas, luego algunas noches. No me importaba — era su hija. Pero pronto noté algo extraño: cada vez que la niña venía, su exmujer llamaba varias veces. Preguntaba qué comían, a qué hora dormía, si había hecho los deberes.
Un día, mientras estaba trabajando, me llamó la seguridad del edificio. Una mujer quería subir, diciendo que su hija estaba en mi casa. Era su ex. Les pedí que no la dejaran pasar. Más tarde él me dijo que solo venía a traerle un medicamento, y que le había dado mi dirección porque “tenía derecho a saber dónde estaba su hija”.
Desde entonces, las cosas se salieron de control. Una mañana de sábado me desperté y encontré a su ex sentada en mi sofá, tomando café. Él estaba ahí, tranquilo, como si nada. Me dijo que ella había dejado a la niña temprano y que “por cortesía” le ofreció café. Le pedí que se fuera. Se enfadó y me gritó que no podía prohibirle ver a su hija.
Esa noche discutimos como nunca. Le dije que no permitiría que su ex entrara en mi casa cuando quisiera. Me llamó egoísta. Le respondí que poner límites no es egoísmo, es respeto.
Semanas después encontré una llave extra de mi apartamento en su chaqueta. Al preguntarle, admitió que había hecho una copia para su ex “por si había una emergencia”. Fue la gota que colmó el vaso.
El día que regresé del trabajo y encontré a su ex cocinando en mi cocina, supe que era el final. La niña hacía la tarea en la mesa, y él ni siquiera estaba allí. Le pedí que recogiera sus cosas y se fuera. Me dijo que exageraba, que yo sabía que tenía una hija. Le contesté: “Sí, pero no sabía que venía con su exmujer incluida”.
Al día siguiente cambié las cerraduras y lo bloqueé.
No me arrepiento.
Mi casa es mi refugio. Y nadie entra sin mi permiso.