Isabel Díaz Ayuso ha sufrido una leve indisposición en La Almudena. Al parecer había acudido a la Catedral para pedirle algo a la Virgen. Después de declarse atea, Ayuso experimentó una conversión durante la pandemia, no sé si por la mala conciencia de haber dejado morir de manera indigna a 7.291 ancianos sin seguro médico privado.
Ojalá se recupere pronto y la experiencia le ayude a reflexionar sobre la importancia de proteger la salud de los ciudadanos en cualquier circunstancia. Celebro que los médicos se estén ocupando de ella y espero que le ayuden a superar cuanto antes su indisposición. Todas las personas deberían gozar de esos cuidados.
El sufrimiento a veces humaniza. Sería fantástico que ella volviera a su ático de Chamberí con la convicción de que la calidad moral de un político se mide por su solidaridad y compromiso con los más vulnerables. En ningún caso le deseo el dolor físico y psíquico que padecieron los ancianos afectados por los protocolos de la vergüenza.