El nuevo pronunciamiento de Martín Vizcarra revela su estrategia de victimización mientras desafía las normas que lo inhabilitan. Califica de “arbitrariedad” lo que en realidad es la aplicación de tres sanciones políticas vigentes.
Pretende confundir su situación legal —producto del Vacunagate— con un derecho colectivo, alegando que se vulnera “el derecho de todos los peruanos a elegir”. Además ofrece una medida cautelar ante la CIDH como si fuera una salida inmediata, cuando sabe que no lo es.
La maniobra es evidente; su hermano encabeza ahora la plancha presidencial, y el busca endosar su capital político al apellido. Es así como el “vizcarrismo” intenta sobrevivir, aunque sea por sustitución.
Y para cerrar el círculo, Vizcarra se autoproclama “Jefe de Campaña Nacional”. No puede ser candidato, pero actúa como tal. En la practica es él el candidato aún que en el papel sea su hermano.