¿Pero qué es lo que celebran?
Aquí lo único que se necesita es saber dividir.
Según el mismo informe que hoy circula con euforia, las PYMES registraron en 2024 ingresos operacionales por $99,5 billones y utilidades netas por $3,23 billones.
Eso significa un margen neto del 3,25 %.
Tres pesos con veinticinco centavos de ganancia por cada cien pesos vendidos.
Matemáticas básicas.
Si además recordamos que el número total de sociedades es 19.884, la utilidad promedio por empresa es de apenas $162 millones al año, es decir, unos $13,5 millones mensuales antes de impuestos.
¿Y eso es lo que celebran?
Eso no es rentabilidad. Es resistencia.
Porque un país donde las empresas venden mucho y ganan poco no está creciendo: se está agotando. La estructura productiva colombiana muestra un fenómeno preocupante: alto volumen de ingresos con bajo margen neto, lo que refleja una economía sobrecargada de costos, impuestos y trabas, y con una demanda interna débil.
El margen neto promedio de una PYME sana debería estar entre 8 % y 12 % para poder reinvertir, innovar y resistir choques externos. En Colombia apenas llega al 3 %. Es decir, trabajan más de trescientos días al año para quedarse con el equivalente a diez.
A esto se suma que buena parte de esas utilidades ni siquiera son flujo real de caja: están comprometidas en pagos atrasados, inflación de costos o retención de IVA y renta. En la práctica, miles de empresas apenas logran cubrir nómina, servicios, arrendamientos y aportes.
Y mientras tanto, el Gobierno se felicita por las cifras agregadas, como si la simple existencia de ingresos fuera sinónimo de prosperidad. Confunden facturación con bienestar.
Pero la verdad económica es otra:
– Si las utilidades son tan bajas, no hay inversión nueva.
– Si no hay inversión, no hay productividad.
– Si no hay productividad, el crecimiento es un espejismo contable.
Eso es lo que muestran estas cifras: una economía exhausta, con empresas que producen mucho, aportan mucho y ganan casi nada.
No hay nada que celebrar cuando la micro y la pequeña empresa, que sostienen el empleo formal del país, operan con márgenes de sobrevivencia.
Porque detrás de cada porcentaje hay una realidad: empresarios endeudados, sectores asfixiados y un Estado que no entiende que la riqueza no se recauda: se produce.