Hoy, 9 de noviembre de 2025, se cumplen 36 años de la caída del Muro de Berlín, aquel símbolo de la represión comunista que durante casi tres décadas dividió a Europa en dos mundos opuestos. Su derribo, no fue solo el fin de una frontera física: fue la victoria de la libertad sobre el miedo, y el inicio del derrumbe de los regímenes comunistas del Este.
El 13 de agosto de 1961, mientras la mayoría de los berlineses dormían, el régimen de la República Democrática Alemana (RDA) levantó una frontera de alambre de espino y hormigón que pronto se transformaría en una muralla de más de 150 kilómetros. Lo llamaron “muro de protección antifascista”, pero su propósito real era impedir que los ciudadanos del Este escaparan hacia el mundo libre.
Durante los 28 años que estuvo en pie, más de 5.000 personas intentaron escapar; algunas lo consiguieron, pero muchas otras murieron tiroteadas o atrapadas entre alambradas y minas. Uno de los casos más recordados es el de Peter Fechter, un joven de 18 años que fue abatido el 17 de agosto de 1962 y agonizó durante casi una hora ante la mirada impotente de los testigos.
La noche en que el miedo se derrumbó
El 9 de noviembre de 1989, tras semanas de protestas y una rueda de prensa malinterpretada por el régimen, miles de berlineses del Este se concentraron en los pasos fronterizos. Sin órdenes claras, los guardias abrieron las barreras y el muro cayó bajo los golpes de los propios ciudadanos.
El sistema que había prometido igualdad y justicia se desmoronó, dejando al descubierto décadas de opresión, pobreza y censura.