No conquistó Méjico, conquistó México. Y no se habrían aliado con él si no hubieran visto en él y en sus hombres la promesa y la capacidad de vencer. Tampoco me parece bien que, con la embajada de contrarrestar la leyenda negra, se le quite al César lo que le toca y se pretenda que la culpa o el mérito, según la bandera que enarbole el que habla, haya sido toda del cacique gordo de Zempoala y que Pedro de Álvarado haya estando tocando la lira mientras Tenochtitlán ardía. Los tlaxcaltecas y otros pueblos no llevaban sometidos dos días ni vivían en la esclavitud. Si se hubieran organizado, tal vez habrían vencido solos. Pero no lo hicieron, lo hicieron cuando llegó alguien con garra y con pólvora. Ya déjense de lírica con esto, unos y otros.