Las mazmorras de tortura de Gaza están ahora en los hospitales: acabo de pasar horas hablando con un querido amigo (lo llamaremos Adam) en Gaza, que trabaja como activista humanitario en un campo de desplazados, después de que fuera detenido por las brigadas fascistas de Hamás e interrogado salvajemente en el hospital al-Nasser de Jan Yunes, en el sur de la Franja de Gaza. Ese hospital, como todas las instalaciones médicas de Gaza, se ha convertido en una comisaría, un centro de información, una prisión y un centro de torturas gestionado por Hamás para asegurarse de mantener su control sobre la población.
No se le formuló ninguna acusación formal; lo único que hubo fue una “pista” de un agente/informador de los servicios de inteligencia de Hamás que dijo que Adam “estaba en contacto con entidades externas sospechosas”. Adam forma parte de una red que atiende las necesidades humanitarias de los civiles en un gran campamento y colabora con ONGs internacionales para repartir alimentos, ropa y otros suministros esenciales.
Contó que estuvo encerrado en una jaula metálica con otras doce personas dentro del hospital; una gran tela les cubría mientras el personal sanitario pasaba a su lado y se oían pacientes cerca. Estaban apretados en esa jaula, sentados, sin comida, sin ir al baño y sin acceso a luz, salvo cuando los sacaban para someterlos a rondas de interrogatorio y palizas. Adam dio la ubicación exacta que compartí hace dos días en un tuit —basada en la conversación con otro activista de Gaza que intenta recopilar testimonios sobre lo que Hamás está haciendo para asegurarse de conservar el poder a cualquier precio—: detrás del ambulatorio, en el Centro Yassin estaba la jaula, mientras que las torturas e interrogatorios se realizaban en el Centro Médico Hind Dagmah.
Cientos de gazatíes son capturados, interrogados, torturados, encarcelados y amenazados cada día por Hamás en los hospitales, que ahora dependen en gran medida de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la ONU y de numerosas ONGs y organizaciones internacionales. Es hora de correr el telón y sacar a la luz las horribles atrocidades que una organización terrorista despreciable está cometiendo en instalaciones que los contribuyentes occidentales financian para curar a la gente, no para facilitar a fascistas islamistas.
Ha llegado el momento de que el Mando Central de Estados Unidos, la ONU, la Liga Árabe, Catar, Egipto, Turquía y todos los países implicados en el alto el fuego pongan en aviso a Hamás y digan: “cese el uso de instalaciones médicas para el terrorismo”. Es necesario expulsar a Hamás de los centros sanitarios de Gaza —esto debe formar parte del mandato de la Fuerza Internacional de Estabilización (ISF): actuar contra Hamás, combatir a los terroristas, eliminarlos, destruir sus túneles e infraestructuras y acabar con su capacidad de utilizar miles de millones en ayudas para afianzar su dominio, en servicio de su objetivo último: la destrucción de Israel y el establecimiento de un Estado fascista islámico.
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@afalkhatib