Acabo de escuchar a Mamdani decir que el miedo de la derecha no es que un proyecto izquierdista fracase, sino que tenga éxito.
Tiene razón.
El éxito de la izquierda muestra que las ideas de derecha no son las únicas posibles.
El éxito de la izquierda es aterrador para quienes nos han vendido que la única alternativa realista es la precariedad, la pérdida de derechos, y el gobierno de los mismos de siempre.
El éxito de la socialdemocracia sueca hay que subrayarlo una y otra vez.
Los trabajadores unidos, en solidaridad, lograron grandes cosas. No tenemos que copiar cada una de sus políticas aquí, pero sí aprender de la lección que nos dejaron: sí es posible lo que dicen que no es posible o deseable: grandes reformas que en menos de 20 años cambien radicalmente el país.
Sí es posible construir, como ellos lo hicieron, un Folkhemmet: un hogar de los trabajadores. Como lo ponía Albin Hansson:
"En un buen hogar no hay privilegiados ni desdichados, ni favoritos ni indeseados. Allí nadie desprecia a nadie. Allí nadie intenta sacar provecho a costa de los demás, y los fuertes no oprimen ni explotan a los débiles. En un buen hogar reinan la igualdad, la bondad, la cooperación y la solidaridad".
Los socialdemócratas suecos tienen fama hoy de tibios. Pero entre los 30 y 80 del siglo pasado, intentaron crear la sociedad más radicalmente libre e igualitaria del planeta.
¡Y funcionó su idea!
Se los cuento (les copio la columna en el siguiente tuit):
elespectador.com/opinion/col…