LA HISPANIDAD SECUESTRADA
Un amigo con una cuenta de seguidores que se cuenta por cientos de miles, me propuso hace un programa sobre Hispanidad. “Mar, quién mejor que tú para hablar de Hispanidad desde la Teología Política”. Le respondí que prefería negarme. "Lo que voy a decir no va a gustar. No tengo un discurso cómodo para el banquete sino un diagnóstico áspero para la enfermería". Sin embargo, luego decidí que era mejor escribirlo. Porque es de esta forma que uno asimila mejor estas cuestiones: leyéndolas.
Hay un problema que no estamos viendo y que se ha mostrado en toda su profundidad hace un tiempo, con las discusiones en redes sobre "los panchitos que están llegando a España". La Hispanidad no sólo ha sido atacada por sus enemigos de siempre. Hoy es mutilada con una ferocidad mayor y este nuevo ataque es posible gracias a una amnesia voluntaria especialmente de los católicos (mea culpa). Aquí somos responsables todos. desde la Alta Jerarquía hasta el fiel más humilde: se ignora que "Hispanidad” es, sobre todo y ante todo, Catolicidad. Su ser se fundó en la roca del Evangelio y la empresa evangelizadora. Fue la Cruz la que unió el orbe y forjó el alma común de veinte naciones. Sin esa Cruz que sostiene toda la estructura del barco, la Hispanidad no tiene razón de ser.
Y es aquí donde una verdad, ignorada neciamente por la miopía moderna, especialmente por quienes defienden el liberalismo -que es de por sí anticatólico en su esencia- emerge con la fuerza de un dogma: "En toda gran cuestión política va envuelta siempre una gran cuestión teológica".
La frase de Juan Donoso Cortés no es una opinión: es una ley de la historia. La batalla por la Hispanidad y su crisis actual no es, ni se debe en su esencia, a una disputa por fronteras. Es el síntoma de una colisión en el mundo invisible: la gran cuestión teológica de nuestro tiempo, que es la negación de la Realeza Social de Cristo.
Y esto nos lleva a revisar la raíz más profunda. Nos exige adentrarnos a observar el estado de la raíz pivotante: La Hispanidad fue el producto final del hombre católico entendido en sí mismo como pieza fundamental dentro del Katejon. El Katejon es el obstáculo contra el misterio de iniquidad y tiene participación en la dimensión Iglesia Militante: desde el Papa hasta todo bautizado. El soldado católico integral del Katejon que construyó la Hispanidad, comprendió que su misión era ser dique contra la barbarie que nace de la esclavitud del pecado. Su acción evangelizadora no fue un apéndice colonial, fue cumplir con su misión católica en el acto de arrancar millones de almas de las tinieblas. Mientras su mano trazaba mapas terrenales y sus piernas lo hacían cruzar horizontes lejanos, su mirada estaba en el Cielo, forjando el Reinado Social de Cristo como un acto de obediencia y aceptación a su dependencia natural de Dios.
Sin embargo, hoy contemplamos una Hispanoamérica que está siendo sistemáticamente protestantizada. No es un fenómeno espontáneo, sino un arma de ingeniería social y militar para romper la mente católica de los pueblos evangelizados. El enemigo no la ataca sólo de frente. Sistemática y meticulosamente la ha infestado, la ha infiltrado, la ha subvertido, para finalmente parasitarla mientras la instrumentaliza contra sí misma. El enemigo ha tomado el nombre de "Hispanidad" y lo ha vaciado de su esencia católica para inyectarle una visión del mundo totalmente opuesta, individualista, funcional a los proyectos y agendas del enemigo.
Y mientras este cáncer metastatiza, la mirada superficial se concentra en lo marginal. Se escandalizan ante la caricatura del "panchito" que no es más que la consecuencia lógica de un ataque sistemático con un método certero: infiltración, infesta, subversión de su esencia y parasitación con 200 años de corrosivo adoctrinamiento masónico. Pero no lo ven. Claman: “¡Eso no puede ser Hispanidad!”.
¡Se equivocan! Es exactamente lo que ha quedado cuando se extrae el alma. Es la Hispanidad subvertida, vejada, vaciada. Es el fruto de haber abandonado la roca fundacional: La Iglesia Católica. Esos "panchitos" ya protestantizados, ya sin Cristo presente Cuerpo y Sangre en su día a día, ya sin temor de Dios, sin ser rocas de Cristo, sin la visión puesta en el cielo mientras se camina por este mundo, son una generación lobotomizada, no solo marginal en conducta, en moral, sino metafísicamente huérfana. La victoria perfecta del invasor es cuando el invadido abraza su propia esclavitud. Lo peor, el católico promedio de hoy, a diferencia del alguna vez temido y respetado soldado del Katejon, ha perdido esa mirada contemplativa que guiaba la acción y la virtud. Ha perdido su misión de vida y propósito. Al no hacer nada para evitar este vaciamiento, no comprende que lo que insufla vida a la Hispanidad es Cristo; es el catolicismo vivido en el “Euntes in mundum universum praedicate Evangelium omni creaturae" ("Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura").
¿Cómo se llegó a esta crisis?
Una de las tantas trincheras de ataque del enemigo, se origina en la geopolítica: Nicholas Spykman y su teoría del Rimland: es el manual de operaciones del enemigo. El control político no es solo físico, es (sobre todo) teológico = metafísico. La "protestantización" de la catolicidad es la herramienta para vaciar la Autoritas de Cristo y de la Patria celestial del alma del pueblo católico. Porque contra lo que diga el liberalismo ateo -que es el que ha usurpado la soberanía de Dios en las decisiones sobre nuestros pueblos-, las guerras siempre se libran en los altares. La hegemonía se asegura cuando se captura el ethos de una civilización.
Por lo tanto, la reconquista no será política. Será teológica o no será. La Hispanidad solo recuperará su fuerza invencible si regresa a sus cimientos, a su piedra angular, a su razón de ser. Debemos volver a ser ese Katejon, el obstáculo. Debemos recuperar la mirada en el Cielo para guiar la acción en la Tierra. No desde la idea utilitarista y pragmatista del católico "no practicante", "tolerante", diluido, sino desde la convicción del católico mártir, como nuestros antepasados: del que está dispuesto a morir por Cristo. Sin eso, el nivel Katejón de la Hispanidad no existe y sin esa fuerza, es una cáscara vacía.
Quien entienda esto, entenderá todo. Quien lo ignore, peleará eternamente contra sombras. Solo cuando volvamos a ver la cuestión teológica detrás de la crisis política, social, cultural, moral, recuperaremos la brújula. Y entonces, la Hispanidad dejará de ser un la nave secuestrada por el enemigo que reemplaza su esencia para utilizarla contra sí misma, para convertirse, de nuevo, en un buque insignia poderoso cumpliendo su finalidad. No hay Hispanidad sin catolicismo y no hay catolicismo sin cargar y llevar la Cruz. Y esa, solo esa verdad restaurada, es la que puede volvernos a hacer invencibles.
autor: Mar Mounier.