Bre-B va a durar lo que dura un merengue en la puerta de una escuela
Bre-B fue una buena decisión. Una billetera digital pública, gratuita, diseñada para formalizar pagos pequeños sin fricciones ni comisiones. Una política de inclusión financiera útil, concreta y bien pensada. Y eso ,justamente eso, es lo que este gobierno no sabe sostener.
El Ministerio de Hacienda está a punto de firmar un decreto para imponer una retención en la fuente del 1,5 % a los pagos realizados por medio de Bre-B, Nequi y demás billeteras digitales. La medida se presenta como un intento de “nivelar la cancha” frente a las tarjetas de crédito, pero su verdadero objetivo es uno solo: recaudar.
La necesidad desesperada de ingresos está llevando al gobierno a minar su propio ecosistema de innovación. Y lo más grave: lo está haciendo a costa de quienes no pueden defenderse. Porque los pequeños comercios , aquellos que tienen márgenes de utilidad diaria entre el 3 % y el 7 %, no están en capacidad de soportar un recorte del 1,5 % por cada transacción. Eso equivale, en la práctica, a perder entre un 20 % y un 50 % de su rentabilidad diaria.
La retención que se propone no discrimina por tamaño, ni por capacidad contributiva, ni por régimen. Y en muchos casos se aplicará a personas que no están obligadas a declarar renta, ni ICA, ni que saben cómo gestionar un RUT. Para ellos, la “retención” se convierte en un saldo a favor que jamás se recupera. Un dinero atrapado en la DIAN. Congelado. Inútil.
En lugar de ampliar la base usando tecnología, el gobierno opta por desincentivarla. La inclusión digital pierde atractivo. El efectivo vuelve a ganar terreno. Las plataformas tendrán que rediseñar sus sistemas para calcular, reportar y descontar, encareciendo la operación. Y todo por una urgencia fiscal mal enfocada.
Ya ocurrió algo similar en Brasil: bastó el rumor de una retención sobre el sistema Pix para que su uso cayera en 22 %. Allá el presidente tuvo que salir a desmentirlo. Aquí, en cambio, se aprueba sin medir consecuencias. Sin entender que lo digital necesita confianza, no castigos.
Esto no es una política tributaria. Es una contradicción de Estado. El mismo gobierno que creó Bre-B lo está ahogando por ansiedad fiscal. Porque cuando se gobierna con desespero, hasta lo que sirve se convierte en obstáculo.
Bre-B va a durar lo que dura un merengue en la puerta de una escuela.
No por el mercado. Por el propio gobierno que la sabotea.