#OPINION
○ Cuando
@petrogustavo insiste en hablar de “dignidad” No arrodillarse, no rendirse, exigir trato entre iguales, no está apelando a un principio universal de respeto, sino a un trauma personal convertido en discurso político.
Su dignidad no es la del ciudadano libre que reconoce instituciones, sino la del militante resentido que nunca pudo aceptar la derrota. Para él, dignidad significa confrontación permanente: no negociar, no ceder, no reconocer límites. En esa lógica, la política no es espacio de acuerdos, sino escenario de revancha.
Ese lenguaje, lejos de inspirar confianza, revela una personalidad acomplejada. Habla como quien todavía se siente oprimido, aunque hoy detente la máxima autoridad del Estado. Es un presidente que se presenta como víctima, incluso desde el poder. Esa contradicción lo hace tóxico: en vez de liderar con serenidad, alimenta la desconfianza y la división.
La consecuencia para Colombia es grave: un jefe de Estado atrapado en sus resentimientos gobierna desde la rabia, no desde la responsabilidad. La “dignidad” que proclama se convierte en excusa para desconocer límites, despreciar instituciones y deslegitimar a todo aquel que no se subordine a su causa.
@petrogustavo habla de dignidad, pero lo que proyecta es un trauma no resuelto. Y un país no puede ser gobernado desde los complejos de u guerrillero frustrado.
Agradezco RT