Nos hemos acostumbrado a un nivel tan indecente de corrupción, con sobrinas, mordidas millonarias, chistorras, acuerdos en reservados y destrucción de Paradores que el hecho de que un Ministro, cuando fue Presidente de una Comunidad, se pusiera a interceder sobre los contratos públicos de una empresa, ocupándose de los pagos y destrucción ayudarles a saltarse verificaciones y requisitos, nos parece una cosa casi normal.
La realidad es que estas actuaciones son un completo escándalo: presionar a los funcionarios para que no cumplan su trabajo, implicarse personalmente en los pagos a empresas concretas y ayudar a dichas empresas a saltarse los trámites que el resto tienen que cumplir es un hecho gravísimo.