Santísimo Padre, Papa León XIV:
Paz y Bien!
Me dirijo a Su Santidad con la franqueza que dicta la verdad y el deber de acompañar a los más vulnerables. El llamado a la paz no puede confundirse con suavizar lo que es criminalidad organizada y saqueo del Estado: el denominado “Cartel de los Soles” no negocia ni dialoga; entiende únicamente de crimen, corrupción y muerte, y su impunidad está costando vidas y destrozando familias en Venezuela desde hace más de veintiséis años de masacre social y humana.
Hablarle de paz al narcotraficante Nicolás Maduro —cuando su gobierno ha sido documentado por graves violaciones a los derechos humanos, detenciones arbitrarias y represión— es como intentar predicar al alma de un tirano que se ha acostumbrado a gobernar con violencia y temor. La comunidad internacional ha registrado detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones que hacen urgente pasar de palabras a acciones que salven vidas.
La presencia militar de los Estados Unidos en el Mar Caribe, citada oficialmente como respuesta al narcotráfico y a redes criminales que operan desde y a través de Venezuela, tiene como objetivo declarado el impedir más muertes y debilitar las fuentes de financiamiento que sostienen a las mafias que asolan la región. Esa presencia militar es una medida para proteger vidas y presionar por la restauración de la democracia y de los derechos humanos.
Santísimo Padre: la misericordia cristiana exige acompañar a las víctimas, no revestir de equidistancia a quienes violan la dignidad humana. Rogamos a Su Santidad que su voz moral —firme, clara, profética— no endurezca la injusticia con equilibrios que suenen a aplazamiento. Que el Evangelio ilumine la defensa de la vida de los perseguidos y dé coraje a la comunidad internacional para actuar en favor de la libertad y la justicia.
Con respeto y esperanza en la resurrección de Venezuela, ayude a los venezolanos no a los que nos masacran.
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