Es inevitable sentir orgullo por muchas cosas buenas que ha hecho este gobierno, disminución de la pobreza, del desempleo, de la inflación, del dólar, aumento del salario, invertir en trenes y energías limpias, entrega de tierras, hospitales y universidades, pero también es inevitable sentir decepción y vergüenza por las cosas que hacen quienes se aprovechan del Estado para sus intereses personales.
Esa falta de controles y el “todo vale” con tal de ganar, nos está destruyendo el proyecto.