Podemos ha sido siempre tan egoista y tan anti-acuerdos y alianzas, que, pese a ser la fuerza hegemónoica y mayoritaria hasta ese momento, no se opuso a que una persona que no era de Podemos asumiera el liderazgo del espacio colectivo del que formaba parte y que había estado construyendo 7 años. Y tampoco se opuso a que en dicho espacio, con nuevo liderazgo, se pudiera reintegrar quien solo tres años antes se había escindido de Podemos a pocos meses de unas elecciones, y había causado una ruptura dolorosa, de las que necesariamente provocan rupturas emocionales permanente con la "otra parte" con la que disputas internamente, en el espacio de la izquerda estatal que más lejos había llegado políticamente, y más votos había sumado, en 40 años. Lo demás que pasó después es historia.
Aunque Podemos sigue en el mismo lado en el que estaba justo antes de aceptar todas esas cosas