Ah, el viejo truco de la politiquería mafiosa —tan antiguo como el fuego y tan efectivo como el miedo mismo. Primero te siembran el pánico: que el enemigo está a la vuelta de la esquina, que el caos reina, que sin ellos todo se derrumba. Y justo cuando el pueblo tiembla, ¡milagro!, aparecen con la “solución”: seguridad, orden, protección… claro, a cambio de obediencia, votos y un pedacito más de libertad.
No necesitaban inteligencia artificial para manipular emociones, ni redes sociales para propagar mentiras: bastaba un discurso encendido, un par de uniformes y una buena dosis de teatro político. La receta es la misma de siempre —crear el problema, vender el remedio, y quedarse con el botín. Tecnología o no, el miedo sigue siendo su algoritmo favorito.