Sentado al borde del camino, con el sombrero en alto, simboliza la resistencia de quien ha trabajado toda su vida la tierra y se niega a rendirse, aun cuando el olvido, los bajos precios y la injusticia parecen ganarle la batalla.
Su gesto no es de derrota, sino de orgullo: el orgullo de quien sabe que su esfuerzo alimenta a un país entero.
“Dejar de luchar, es comenzar a morir” — porque para el hombre del campo, la lucha no es una opción, es su manera de vivir, su forma de existir con dignidad frente a un sistema que muchas veces le da la espalda.
Fuente: Luis Fernando Escamilla