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@elespanolcom ha publicado un artículo escrito por Juan José Gutiérrez Alonso ,profesor de Derecho administrativo de la Universidad de Granada.
Y si no eres socio de
@elespanolcom no puedes leerlo.
De forma que extracto lo más importante del artículo.
Porque este artículo debería leerlo toda España.
Repito, lo que publico yo es un EXTRACTO.
El original, en
@elespanolcom
" Hace tiempo que vengo advirtiendo de lo que venía a nuestra sociedad y que desgraciadamente ya está aquí. Con la complicidad incluso de quienes, ahora, lo advierten y critican.
No sé qué es peor, si el bochornoso espectáculo que supone comprobar a diario cómo las propias universidades de nuestro país están destrozando el sistema, o su alineamiento con esta despiadada agresión a la libertad de opinión y el pluralismo.
Dejando claro también qué corrientes o ideas tienen espacio en los campus universitarios. Y cuáles, en cambio, no.
A mi propio decano tuve que comunicarle que habría sido deseable mayor claridad.
cuando nos trasladó sorpresivamente por email que había serios problemas para mantener la normalidad en el centro.
Porque los profesores afectados merecíamos más detalles. Qué sucedía, qué actividad alteraba potencialmente el desarrollo de nuestras clases, cuál era exactamente la amenaza, qué es lo que se había autorizado desde la Gobernación civil y qué es lo que, según parece, no se había autorizado.
Habría sido oportuno aclararlo, y por escrito.
Era la segunda vez que me encontraba en estas circunstancias en estos años.
La primera, aquella 'olonada', fue un absoluto bochorno.
No tanto por lo que presencié, sino por el dispositivo de censura orquestado.
Y por tener que acceder casi clandestinamente a mi centro de trabajo para impartir una clase . Una clase que luego no pudo impartirse, porque no consiguieron entrar los alumnos a la Facultad.
Los que boicoteaban, en cambio, sí que entraron.
No voy a experimentar lo mismo esta vez, le dije.
Anuncié la suspensión de clase a los alumnos.
Lo imputé a la incapacidad de los responsables del centro para asegurar que la actividad docente pudiera desarrollarse con normalidad.
Y eso como consecuencia de unas amenazas exteriores que ignoraba cuáles eran y por qué.
Qué lamentable esta degeneración, siendo nosotros, además, una facultad de Derecho.
Me pregunté entonces qué sucedería si invito personalmente a una de mis clases, en el marco de las actividades complementarias, a alguien marcadamente señalado por el Gobierno, o por afines al Gobierno, o por el mundo narcoterrorista.
¿Habría que activar también un dispositivo de seguridad y consultarlo con la Gobernación civil?
¿Habría que estar preparados por si vienen a agredirnos o a apedrearnos los nuevos guardianes de la democracia y la pluralidad?
Dejé mi anterior vida profesional para reincorporarme a la Universidad el mismo año que un grupo de jóvenes venezolanos, de paso por España, intentaron contarnos lo que estaba sucediendo en su país. Se intentó censurar aquella actividad de manera infame, con acusaciones de todo tipo, incluso desde cuentas institucionales.
Eran "representantes del fascismo y la oligarquía opresora", decían.
Pero eran unos chicos que sólo querían hablar, y que no sabemos siquiera si seguirán vivos.
El autoritarismo ya ha sido asumido y naturalizado.
Pero con carta de legalidad y en nombre de la democracia, claro.
"Evitar la violencia", dicen.
Como si evitar la libertad de opinión y neutralizar el pluralismo no fuera, en efecto, violencia.
Si me lees, joven universitario, huye.
Libérate de la estafa y la servidumbre".