Ilustra este mi tuit o post un comentario de un periodista sobre el juicio al FGE. Podría haber elegido otro, pero no, elijo el de D. Fernando Garea, que pasa por ser un moderado, que ha hecho preguntas interesantes en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros y que ha escrito cosas razonables, con espíritu crítico. Algunas las he alabado aquí, como un ejercicio de independencia y buen hacer profesional.
He elegido ese mensaje por resultar revelador precisamente de quien viene y por su contenido, como paso previo a explicarles mi interpretación finalista de todo esto, que a continuación expondré.
¿Alguien se puede creer
que con la declaración del testigo al que se refiere, el juicio al FGE “carece ya de sentido”? ¿ Qué debería acabarse ya el juicio y archivarlo? Les contesto: No.
Ellos no lo creen. El propio Sr. Garea sabe que eso no es posible jurídicamente. Y entonces ¿A qué viene este tipo de mensajes?
Mi interpretación es que ese y otros mensajes similares , que estos días inundan los medios y las redes, tienen una clara finalidad: preparar el escenario ante una eventual sentencia condenatoria del FGE, para entrar a degüello contra el Tribunal, deslegitimándolo ante la ciudadanía. Es una suerte de anticipación de una prevaricación intolerable, que serviría para preparar el camino al Tribunal Constitucional y a un indulto.
En el camino, se ahondará el descrédito de la Justicia, considerada injustamente un ariete contra el “Gobierno progresista”. Pero eso es un daño colateral irrelevante.
Además, de esa forma, para los más radicales - y no creo que esa fuera la idea del Sr. Garea, pero sí de otros -se puede sembrar el caldo de cultivo de un cambio legislativo que tumbe al Poder judicial, camino de una Justicia distinta, siguiendo los modelos de Venezuela y México.
¿Y si la sentencia fuera absolutoria? Ya les dije hace unos días que entonces el diluvio del lawfare caería sobre el instructor de la causa.
Está todo absolutamente previsto.