Las propuestas ultraliberales de José Manuel son puro pensamiento mágico.
La "desregulación" y la "confianza inversionista", mientras gobernaron, no lograron nunca detener el aumento de las brechas de productividad entre Colombia y las potencias capitalistas.
Su predilección por la precarización laboral y la redistribución regresiva del ingreso no nos hicieron más "más competitivos" sino que mantuvieron al capitalismo colombiano en la trampa del bajo valor agregado.
Las ideas de José Manuel siempre fueron una receta para el subdesarrollo, pero hoy más que nunca, cuando el orden económico internacional se tambalea gracias a la misma potencia que impuso esas ideas como única alternativa.
Efectivamente, urge enfrentar los desafíos económicos del siglo XXI (caída de natalidad, transición energética, cambio climático, etc), y la peor manera de hacerlo es haciendo un país a la medida de los ultrarricos y esperando mágicamente que eso mejore la vida del resto.
Necesitamos más desarrollismo, planificación y coordinación público privada, pensando en las mayorías sociales y en los intereses estratégicos del país.
Colombia 🇨🇴 llegó a su punto de inflexión: crece poco y lo hace por trabajar más, no por producir mejor. Pero el modelo se agotó: cae la natalidad, envejece la población y la informalidad supera el 56 %.
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Nuestro PIB per cápita cayó en una década del 89 % al 70 % del promedio mundial.
La única salida es la productividad.
Y esto se logra a diferencia de lo vivido en estos tres años: No con menos inversión, sino más; no con más intervencionismo y estatizacion sino con desregulación y mas sector privado, no con más incertidumbre sino con confianza, no marchitando ICETEX sino con nuevas formas acceso y financiación a la educación, no aislándonos del mundo desarrollado sino aprendiendo de ellos en innovación y tecnología.
Si cada trabajador produjera 1 % más al año, el PIB sería más de un 10 % mayor en una década. La elección es clara: productividad o decadencia.