No recibiste nada más que una dosis de críticas por jugar con temas tan delicados. Y te salió barato porque en cualquier gobierno autoritario ya estarías en la cárcel por fabricar evidencias.
En días recientes recibí un mensaje con una amenaza.
Ante el miedo y la incertidumbre que esto me generó, lo único que hice fue solicitar ayuda y asesoría, porque no tengo nada que esconder.
Hoy, con mayor serenidad reitero que el mensaje llegó directamente a mi bandeja de entrada y, ante ello, decidí actuar.
Reconozco que fue un error dejarme presionar para hacer público el tema, pero también entiendo que hablar y visibilizar este tipo de situaciones es necesario. La violencia, en cualquiera de sus formas, no puede normalizarse ni ocultarse. Callar no puede seguir siendo la opción.
Quiero dejar claro que, si hay algo que deba decir o aclarar, lo haré yo misma y desde mis propias plataformas. No he cerrado ninguna cuenta, ni pienso hacerlo, porque estoy convencida de que actué conforme a mi conciencia y desde la legítima preocupación por mi seguridad y la de mi familia.
Finalmente, deslindo de toda responsabilidad a quienes, por mis publicaciones, se hayan sentido involucrados o aludidos. Mi única intención fue alzar la voz ante una situación que ninguna mujer debería vivir.