Muy interesante esto, nuestros gustos musicales se graban en la adolescencia por un proceso parecido al imprinting de Konrad Lorenz:
Este estudio ha investigado por qué la música de nuestra adolescencia, especialmente alrededor de los 17 años, nos marca de por vida. Este fenómeno, conocido como el "reminiscence bump" (pico de reminiscencia), revela que las canciones de esa etapa se convierten en anclas emocionales imborrables, gracias a una combinación perfecta entre el desarrollo neurológico y las vivencias de esa edad. El cerebro adolescente, ávido de emociones y recompensas, absorbe estas experiencias musicales como una esponja, dejando huellas profundas que moldean nuestra identidad.
El estudio, que recopiló respuestas de casi 2.000 personas de 84 países, pidió a los participantes que eligieran una pieza musical con un significado personal profundo. Los resultados muestran que la música no solo es un entretenimiento, sino una especie de máquina del tiempo emocional. Según la investigadora principal, la Dra. Iballa Burunat, la música de la adolescencia se graba tan hondo porque el cerebro aún está madurando, sin filtros completos, lo que hace que las emociones asociadas a las canciones se vivan con una intensidad única. Además, su estructura (ritmo, melodía) actúa como un marco temporal que nos ayuda a revivir no solo un sentimiento, sino todo el contexto de un momento pasado.
Un hallazgo curioso es la diferencia entre géneros. En los hombres, el pico de recuerdos musicales se da antes, alrededor de los 16 años, ligado a la rebeldía y la búsqueda de independencia, a menudo a través de géneros intensos como el rock o el hip-hop. En las mujeres, el pico llega más tarde, pasados los 19, porque sus conexiones musicales están más vinculadas a lazos emocionales y sociales que se extienden hasta la adultez joven. Las mujeres tienden a conectar con una gama más amplia de géneros (pop, soul, clásica) y usan la música para reforzar relaciones, lo que retrasa su "pico musical". A lo largo de la vida, los hombres tienden a quedarse anclados a la música de su juventud, mientras que las mujeres, especialmente a partir de los 40, conectan con canciones más recientes, ligadas a nuevas experiencias o relaciones.
Otro punto fascinante es el "cascading reminiscence bump", que muestra cómo los jóvenes de hoy se enganchan a música de hace 25 años, como el rock clásico de sus padres o iconos culturales de épocas pasadas. Esto sugiere una influencia transgeneracional, donde la música de otras décadas sigue moldeando identidades.
En resumen, la música es mucho más que un pasatiempo: es un archivo de memorias y una herramienta clave para construir quiénes somos. Como dice Burunat, la música es como un perfume que evade las barreras del lenguaje y nos transporta al pasado, pero con el poder añadido de contarnos una historia completa a través de su estructura. El estudio nos recuerda que esas canciones que nos obsesionaban de adolescentes no son solo nostalgia, sino piezas fundamentales de nuestra identidad.
A mí todo esto me ha recordado el famosos imprinting de Lorenz, ya sabéis, ese proceso observado en patos y gansos por el cual los polluelos, en una ventana crítica de su desarrollo (justo después de nacer), se "fijan" emocionalmente en el primer objeto en movimiento que ven, normalmente su madre, y lo siguen como si su vida dependiera de ello. Es un mecanismo biológico rápido, casi automático, que ocurre en un momento muy específico y deja una marca imborrable para su comportamiento futuro. El "reminiscence bump" musical, aunque no es tan instintivo ni inmediato como el imprinting, comparte la idea de una ventana crítica en la que las experiencias se graban con una intensidad especial.
Las similitudes clave serían:
-Ventana crítica: Tanto el imprinting como el reminiscence bump ocurren en un periodo específico (recién nacidos para los patos, adolescencia para la música).
-Impacto duradero: Ambas experiencias dejan una huella profunda que influye en el comportamiento o las emociones a largo plazo.
-Componente emocional: En los patos, es un apego instintivo; en humanos, la música se asocia a emociones intensas que moldean nuestra identidad.
Por supuesto, hay diferencias y en el caso de la música no es algo tan instintivo sino ue hay también factores culturales, pero no deja de ser curioso.
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